El capital social se ha convertido en uno de los temas sobre los que más se investiga, escribe y trabaja hoy a nivel internacional, así como en una rica cantera para la renovación de los diseños de políticas públicas y programas de desarrollo. El concepto permite tomar en cuenta elementos clave que ayudan a entender el funcionamiento de otros tipos de capital, como el capital natural, el capital construido por la sociedad y el capital humano. El capital social tiene que ver con dimensiones de relacionamiento humano, como la confianza interpersonal, las capacidades de asociatividad, el grado de civismo y los valores éticos predominantes en una sociedad.
En este trabajo se analiza minuciosamente un proyecto estatal que, a partir del año 2001, buscó potenciar el capital social como mecanismo de impulso y sostén de grandes inversiones que se hicieron en desarrollo de infraestructura de 686 comunidades pobres de Puerto Rico. El proyecto se sustentó en los principios de autogestión y apoderamiento comunitario y tuvo como objetivo que los integrantes de dichas comunidades adquirieran “las condiciones de vida, las destrezas, las actitudes y los niveles de organización que les permitieran convertirse en autores de su propio proceso de desarrollo económico social”.
Este sustancial aporte de Kliksberg y Rivera al debate sobre capital social da cuenta de que la idea no excluye la de Estado ni la de mercado, sino que las complementa. El novel proyecto de Comunidades Especiales de Puerto Rico muestra cómo se puede construir, movilizar y potenciar el capital social a fin de impulsar un proceso de desarrollo integral más justo, equitativo e incluyente.