- Colección Grupos de Trabajo.
La guerra infinita
Hegemonía y terror mundial
Enzo del Búfalo. Jaime Estay. Enrique Arceo. Raúl Ornelas Bernal. Julio C. Gambina. Emir Sader. John Holloway. Eloísa Peláez. Ana Esther Ceceña. Enrique Leff. Carlos Walter Porto-Gonçalves. José María Gómez. [Autores/as de Capítulo]
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En el mundo de ellos, los que en el poder viven y por el poder matan, no cabe el ser humano, no hay espacio para la esperanza, no hay lugar para el mañana. Esclavitud o muerte es la alternativa que el mundo de ellos ofrece a todos los mundos. El mundo del dinero, el mundo de ellos, gobierna desde las bolsas de valores. La especulación es hoy la principal fuente de enriquecimiento y, al mismo tiempo, la mejor muestra de atrofia de la capacidad de trabajo del ser humano [...] Globalización de los mercados es borrar fronteras a la especulación y el crimen, y multiplicarlas para los seres humanos. Los países son obligados a borrar sus fronteras con el exterior en lo que se refiere a la circulación del dinero, pero se multiplican las fronteras internas.
Por luchar por un mundo mejor todos nosotros estamos cercados, amenazados de muerte [...] Pero los cercos se rompen [...] los rebeldes que la historia de la humanidad repite en todo su trayecto para asegurarse la esperanza, luchan y el cerco se agrieta. Los rebeldes se buscan entre sí. Se caminan unos hacia los otros. Se encuentran y, juntos, rompen otros cercos. En el campo y en la ciudad, en las provincias, en las naciones, en los continentes, los rebeldes empiezan a reconocerse, a saberse iguales y diferentes. Siguen en su fatigoso andar, caminan como hay que caminar ahora, es decir, luchando.
Subcomandante Insurgente Marcos
Y entonces nació la música. Empezó de a poquito, sonando en las cocinas de algunas casas, cucharones que golpeaban cacerolas, y salió a las ventanas y a los balcones. Y se fue multiplicando, de casa en casa, y ganó las calles de Buenos Aires. Cada sonido se juntó con otros sonidos, la gente se juntó con la gente, y en la noche estalló el concierto de la bronca colectiva. Al son de los tachos de cocina, y sin más armas que ésas, se alzó el clamor de la indignación. Convocada por nadie, la multitud invadió los barrios, la ciudad, el país. La policía respondió a balazos. Pero la gente, inesperadamente poderosa, derribó al gobierno. La gente, harta de ser espectadora de su propia humillación, invadió la cancha. No va a ser fácil desalojarla.
Eduardo Galeano
Por luchar por un mundo mejor todos nosotros estamos cercados, amenazados de muerte [...] Pero los cercos se rompen [...] los rebeldes que la historia de la humanidad repite en todo su trayecto para asegurarse la esperanza, luchan y el cerco se agrieta. Los rebeldes se buscan entre sí. Se caminan unos hacia los otros. Se encuentran y, juntos, rompen otros cercos. En el campo y en la ciudad, en las provincias, en las naciones, en los continentes, los rebeldes empiezan a reconocerse, a saberse iguales y diferentes. Siguen en su fatigoso andar, caminan como hay que caminar ahora, es decir, luchando.
Subcomandante Insurgente Marcos
Y entonces nació la música. Empezó de a poquito, sonando en las cocinas de algunas casas, cucharones que golpeaban cacerolas, y salió a las ventanas y a los balcones. Y se fue multiplicando, de casa en casa, y ganó las calles de Buenos Aires. Cada sonido se juntó con otros sonidos, la gente se juntó con la gente, y en la noche estalló el concierto de la bronca colectiva. Al son de los tachos de cocina, y sin más armas que ésas, se alzó el clamor de la indignación. Convocada por nadie, la multitud invadió los barrios, la ciudad, el país. La policía respondió a balazos. Pero la gente, inesperadamente poderosa, derribó al gobierno. La gente, harta de ser espectadora de su propia humillación, invadió la cancha. No va a ser fácil desalojarla.
Eduardo Galeano
Detalle
- ISBN:950-9231-70-3
- Editorial/es:CLACSO.
- Ciudad de edición:Buenos Aires.
- Fecha de publicación:Julio de 2002