Gobiernos revolucionarios se ocupa de los retos que enfrentaron los educadores del México revolucionario, entre 1911 y 1928, para llevar la educación escolar a una población mayoritariamente campesina, analfabeta, conformada, en buena parte, por grupo étnicos heterogéneos; se analizan las estrategias a las que recurrieron para intentar cumplir con esta tarea y el importante papel que la educación desempeñó en el esquema de los gobernantes, en especial de los sonorenses, corno respuesta al reclamo de un pueblo que se había levantado en armas y corno medio de lograr una sociedad más equilibrada, de legitimar su poder e integrar una nación. En esta obra se entretejen varias líneas de investigación, entre ellas, una de las tantas que se siguen sobre las comunidades rurales y sus diversas reacciones de aceptación o resistencia a agencias y agentes ajenos a su vida y sus costumbres. Se relata también el esfuerzo de los maestros por dar vida a la escuela, de su respuesta a las circunstancias y del valor e inventiva para sortear numerosos obstáculos. Es, asimismo, la historia de una escuela que con frecuencia se convertía en el centro de la comunidad y relegaba el trabajo académico para responder a necesidades más apremiantes; la educación "para el presente", fuera de las aulas, en el huerto, en el taller, en el campo de juegos, en el teatro, en la aldea misma transformada en salón de clases. Va más allá de leyes, planes, reglamentos y estatutos. Recurre a testimonios personales para dar voz a algunos protagonistas: autoridades, maestros, padres de familia y alumnos; muestra una escuela poco apegada al modelo oficial, que a menudo fue resultado del esfuerzo conjunto de educadores y educandos.