Cuba resintió de manera inmediata los efectos de la desintegración de la Unión Soviética y la consiguiente desaparición del CAME. Acostumbrada a los subsidios y a los precios preferenciales que le otorgaban la URSS y los países socialistas de Europa, Cuba tuvo que enfrentarse a graves problemas que se agudizaban en la medida en que se agotaba el trato privilegiado. Carente de una infraestructura productiva y de una política comercial diversificadora, no tuvo otra opción que adaptar sus vínculos económicos a las nuevas condiciones internacionales. La presente publicación tiene como objetivo ofrecer al lector una visión realista de lo que sucedió y está sucediendo en la isla del Caribe, y sobre las relaciones entre La Habana y Moscú en los pasados treinta años. Asimismo, ofrece una nueva imagen de la Cuba postsoviética relacionada con las oportunidades que el gobierno de Castro (y el de su eventual sucesor) ofrecen al inversionista extranjero, incluido el mexicano. Con base en la información que ofrecen tanto el gobierno cubano como el ruso, en esta publicación se presenta un panorama de las oportunidades que existen actualmente para invertir en la isla.