El Anuario México-Estados Unidos-Canadá es una publicación periódica para dar a conocer trabajos recientes sobre estos países y sus complejos lazos. En la introducción que abre este número, Lorenzo Meyer propone una síntesis analítica de los acontecimientos que marcaron el norte de América en 1999 y 2000, donde se plasma la imagen de la región al término del siglo XX. Un ejercicio fructífero para evaluar los efectos de la cooperación regional en los primeros años de vigencia del TLCAN consiste en cotejarlo con el caso de la Unión Europea, como lo hace Erika Ruiz Sandoval en apoyo de su tesis que prescribe reforzar los andamiajes institucionales, propicios a una articulación de los países norteamericanos en condiciones más equitativas. Muy útil para entender las diferencias marcadas entre Estados Unidos y México es la minuciosa comparación histórica de sus sistemas legales, que ofrece Samuel del Villar en su artículo sobre el constitucionalismo estadunidense y el federalismo mexicano desde las independencias nacionales hasta el siglo XX. Hoy día tal vez ningún conflicto entre nuestro país y su vecino del norte sea más lacerante que el de la migración de trabajadores ilegales, del cual se ocupa Francisco Alba, quien evalúa la estrategia de "diálogo" en la materia durante los gobiernos de Zedillo y Clinton, antecedente indispensable para juzgar el "entendimiento" posterior entre Fox y Bush, del que podría esperarse algo todavía pese a las adversas condiciones internacionales. Los dos últimos artículos del libro reconocen la importancia de Canadá como socio de México: José Sosa y Lourdes Semaan proponen una sugerente comparación entre los esfuerzos de ambos estados por modernizar sus administraciones públicas respectivas, ámbito en el que se confirman variantes culturales y políticas, pero también se perfilan elementos para vigorizar el diálogo aún incipiente; Gustavo Vega reseña las experiencias de ambos países con el capítulo 11 del TLCAN, que cede a la inversión extranjera las garantías más amplias en la actualidad, sin impedimento de que los gobiernos asociados ejerzan la soberanía que pueda quedarles.