Esta es la historia de un historiador contada por él mismo, fruto de una serie de entrevistas y conversaciones realizadas entre el 12 de agosto de 2004 y el primero de febrero de 2007. Se exhibe la trayectoria de un profesional inseparable de los avatares de El Colegio de México desde sus inicios. De los historiadores queda su obra, pero no sus pormenores; esas pequeñas anécdotas que atraviesan su labor en medio de una red de instituciones y colegas. Al reconocer que el tiempo del historiador tiene también una historia por contarse, se sabe que lo vivido no se corresponde exacta mente con el tiempo de la historia relatada en su obra. En la exposición se mantiene un orden cronológico, sin ignorar que el despliegue de la memoria no transcurre lineal ni progresivamente. Se suele regresar a la escena que da origen al relato, no siempre atisbada en el primer giro. La memoria es tenaz y selectiva, y su emergencia depende de situaciones y momentos específicos. Por eso, en la edición escrita de estos encuentros se respetan las repeticiones, que lo son en apariencia, ya que no hacen sino revelarnos ciertas urgencias y énfasis de quien recuerda. Bajo la apariencia de repetición se revelan así luces inesperadas, líneas de fuga, trazos clave para la recuperación construida. Se quiso por ello ser fiel a la memoria hecha de reiteraciones, de retornos a veces obsesivos al lugar de los primeros encuentros. Se dejó de lado la ilusión de la memoria translúcida y lineal. En su lugar aparece acaso el atisbo más próximo a la trama recobrada, al tocar los linderos donde ocurre el vaivén de recuerdos de eventos fundadores; y surgen entonces, en esos retornos, los momentos estelares de una vocación por y para la historia.