Esta es una macrohistoria de larga duración producto, en cierta forma, de un esfuerzo iniciado hace casi medio siglo. Se basa en fuentes primarias impresas y en menor medida en fuentes inéditas; también aprovecha el creciente número de monografías sobre algunos extranjeros en particular. En suma, es una historia de México vista desde la perspectiva de los extranjeros que han inmigrado a nuestro país y de los mexicanos que han emigrado de él. En este segundo volumen (1867-1910), ya establecida la libertad de cultos, se abre una aurora liberal y cosmopolita que reduce el problema a escoger entre sajones y latinos. Entre los primeros sobresale la colonización mormona; entre los segundos, la italiana. Sin embargo, la inmigración china refuerza los "motores de sangre" en el noroeste, a diferencia de lo que sucede con los admirados japoneses. El tradicional recelo frente a los norteamericanos (con su obsesivo "recuerden Texas") transforma la xenofilia en xenofobia. Además, la creciente emigración de braceros a Estados U nidos, durante la primera década de este siglo, confirma que México es un país de emigración y no de inmigración.